Papa Francisco da protagonismo a jóvenes del mundo
PANAMÁ (AP) — El papa Francisco compartió el sábado una comida con diez jóvenes peregrinos de diversos países. El encuentro fue inolvidable para los chicos y les permitió conversar sobre temas como los escándalos de abuso sexual de la Iglesia Católica y la difícil situación de los cristianos en el Medio Oriente.
El almuerzo fue privado y se realizó en el Seminario Mayor San José como parte de las actividades del pontífice durante la Jornada Mundial de la Juventud que se celebra en Panamá.
El Papa Francisco “me pareció una persona con mucha humildad, una persona muy suave, dispuesta a dialogar ante todo”, dijo Dennis Montano Galdamez, de Australia, en una rueda de prensa.
Por su parte, Brenda Noriega, una joven que nació en México y vive en San Bernadino, California, manifestó que le dijo al papa que los escándalos sobre abuso sexual son una crisis de la que “no podemos evitar hablar”. La joven mencionó que Francisco dijo que éstos son “un crimen terrible y que la iglesia no apoya ninguno de estos crímenes”.
Para Dana Salah, el papa es un “ángel siempre protegiendo a los cristianos... Nos dijo que Palestina siempre será la tierra de Jesús y de los cristianos”.
A su vez, Emilda Santos Montezuma, de Panamá, preguntó cómo lograr cambios en los sistemas políticos, en los problemas del medio ambiente, en mejorar la calidad de vida de las personas, y Francisco le respondió que son los jóvenes los que deben liderar las transformaciones.
En la comida también participaron Angelina Nayire, de Burkina Faso; Badwin Taitus, de India, y Miguel Angel Croche Fontela, de España.
La comida se llevó a cabo luego de consagrar la Catedral Santa María la Antigua durante una misa en la que Francisco trató de inyectarle un vigor renovado al clero de América Latina tras reconocer que puede haberse fatigado de las cargas de su trabajo y de una Iglesia “herida por su propio pecado”.
“Sería imposible tratar de abarcar todas las situaciones que resquebrajan la vida de los consagrados, pero en todas sentimos la necesidad urgente de encontrar un pozo que pueda calmar y saciar la sed y el cansancio del camino”, manifestó Francisco, quien visitaba por primera vez un país de América Central y con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud de la Iglesia católica.
Es el punto intermedio de la visita de cuatro días de Francisco a Panamá para la jornada.
En ediciones anteriores, el festival ha congregado a cientos de miles de peregrinos, pero la versión de Panamá atrajo a menos. Solo alrededor de 100.000 personas acudieron este fin de semana, menos de las 400.000 personas que según los organizadores acudieron al vía crucis celebrado por el papa el viernes.
En su homilía, Francisco habló con franqueza sobre las presiones, frustraciones y ansiedades que enfrentan los sacerdotes y las monjas que se enfrentan en un mundo en rápido cambio donde a veces el mensaje católico no tiene lugar.
El papa advirtió que su cansancio a veces puede ser paralizante, pero los instó a recuperar la alegría y la fe que los inspiraron originalmente.
El profesor de estudios religiosos en la Virginia Commonwealth University, Andrew Chesnut, dijo que la fatiga del clero panameño y latinoamericano en general no solo se debe a los “pecados” de la Iglesia mencionados por el papa, sino “también por un cansancio más palpable por la falta de sacerdotes en la región más católica del mundo”.
“Muchos sacerdotes son responsables por miles de párrocos y se les imposibilita atender a las necesidades espirituales de todos”, planteó a The Associated Press Chesnut, quien sigue de cerca el viaje del papa. “La falta de sacerdotes crea una enorme desventaja para la Iglesia en su competencia con las iglesias evangélicas que tienen muchos más pastores, los cuales se pueden casar y tener familias”.
Es la segunda vez que un papa visita la catedral metropolitana, consagrada en 1796. Juan Pablo II se reunió allí con enfermos y religiosos durante su gira por Centroamérica en 1983.
El viernes, Francisco llevó la JMJ a los delincuentes juveniles, con una emotiva liturgia de la penitencia dentro del principal reclusorio juvenil del país, dado que los internos no podían participar en el gran festival de fe católica en el exterior.
Fiel a su creencia de que nadie debería ser privado de la misericordia de Dios, Francisco también escuchó las confesiones de cinco presidiarios del centro de detención de Las Garzas. Uno de ellos lloró inconsolablemente tras su confesión.
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