El científico mexicano que soñó y ahora va por 100 patentes
Julio Zamora, una historia de éxito. El oriundo de Ciudad Guzmán; actualmente tiene 30 solicitudes de registros en varios ramos.
Ciudad Guzmán es la tierra que incubó el son de Bésame Mucho, compuesto por Consuelo Velázquez… También ha sido la musa de grandes talentos, desde el musical hasta el tecnológico. De esa pintoresca tierra se pueden sacar un sinfín de historias, y una de ellas es la de Julio Zamora, quien hoy es un prometedor científico de investigación de 40 años que actualmente tiene 30 solicitudes de patentes en el ramo de inteligencia artificial, dispositivos wearable —relojes inteligentes, zapatillas de deportes con GPS, pulseras que controlan el estado de salud, entre otros— y visión por computadora.
En entrevista con MILENIO, Zamora, que hoy labora para la empresa tecnológica estadunidense Intel, recuerda que cuando tenía 18 años de edad aprovechaba los tres meses de sus vacaciones de verano para ir a laborar como asistente de albañilería en Estados Unidos, país en donde vivían sus hermanos. Hasta que un verano su hermana le avisó de una vacante como conserje dentro de Intel.
“Yo estudiaba una ingeniería electrónica en el Instituto Tecnológico de Ciudad Guzmán y cuando mi hermana me contó de la opción de entrar a Intel, lo acepté. Era un trabajo más relajado en comparación con el anterior y era en una empresa de innovación tecnológica, me encargaba de limpiar el primer piso del edificio FM4, en el campus de Folsom, California”, recuerda el científico mexicano.
Relata que fue en ese periodo en donde se dio cuenta de lo que querría hacer por el resto de su vida, específicamente en el momento en que fue testigo de los premios que recibían los ingenieros por sus patentes y todo el esfuerzo que había detrás de sus inventos.
“Fue cuando dije yo quiero ser así”, incluso había premios que tenían procesadores incrustados…Una cosa bellísima. Me regresé a México para seguir estudiando pero siempre tuve miras de ser un ingeniero en Intel, tener reconocimientos y ponerlos en mi lugar, y no hablo desde el lado banal, sino por la meta, porque representan un logro que requirió de esfuerzo constante”, relata.
La meta actual de Julio es lograr ingresar 100 solicitudes de patentes y, no es poca cosa, ya que la primera la logró a los 37 años de edad, lleva 10 años y medio de constante trabajo. Entre su camino académico destacan una maestría, doctorado y posdoctorado en el Cinestav del IPN en Guadalajara; así como un posdoctorado en Corea del Sur.
“Ganar mi primer patente fue un sueño hecho realidad, pero ninguna la hubiera logrado sin el apoyo de mis amigos, que también trabajan en Intel, todos ellos tienen una disciplina diferente. La especialidad de Héctor es acústica, Rodrigo: antenas, Alex: software, Paulo: biomédica y yo: visión por computadora. Juntos se nos ocurren más ideas y entre los cinco sacamos cinco patentes al año. Esa es nuestra meta y la hemos cumplido”, se congratula el mexicano.
En ese sentido, Zamora cree que el trabajo en equipo es una pieza clave para el éxito e invitó a más mujeres a estudiar ingenierías, ya que aún hay escasez de su talento en el campo.
“Tuve compañeras con iguales o mejores talentos que yo, reconozco que somos iguales y extraño mucho esos intercambios de ideas con mis compañeras (…) Necesitamos impulsar la innovación porque atrae negocios e inversiones que le apuestan al desarrollo de nuevos productos. Los países que lideran en innovación son también los que lo hacen en el lado económico, por ejemplo: Japón, Corea”, expone.
EL ARTE EN LA CIENCIA
Dado que la cuna de Julio fue una tierra semillera de arte, sus actuales raíces al país también lo son: su esposa (ilustradora) y dos hijas, de las cuales una de ellas ha develado inclinación por la misma profesión que su madre.
“La principal razón por la cual estoy en México es mi familia, son mis raíces”, revela.
En ese sentido, Julio, pese a no poseer ninguna habilidad artística, reconoce que el arte siempre ha formado parte importante en su vida, ya que ha aprendido a admirar aquello que no puede lograr.
“El arte es la mejor expresión de la inteligencia. Hasta ahora, una máquina no es capaz de concebir arte, no se puede automatizar y es algo que nos hace únicos como humanos”, afirma.
Viendo hacia atrás, Julio sostiene que está seguro de que en un futuro lejano el ser humano va a poder viajar en el tiempo, sin embargo, él no cambiaría ni un segundo de su vida.
“Soy feliz con mi vida actual (…) No ha sido fácil llegar hasta donde estoy y cuando apenas iniciaba todo fue muy austero. Hoy espero que mis hijas también dejen un legado y en cuanto a mí, antes de irme de este mundo, quiero lograr las 100 patentes” confiesa con un brillo en la mirada, casi nostálgica por el aún desconocido futuro.
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