Mamá taxista rompe paradigmas y se aventura al oficio en medio de la pandemia
Blanca Bueno, divide su vida entre ser madre de familia y trabajar como taxista desde hace un año, para sacar a sus hijos adelante.
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MONTERREY.- Ser madre de tres jóvenes no es tarea fácil y combinarlo con un trabajo que es considerado "para hombres" lo ha hecho más complicado.
Se trata de Blanca Bueno, quien desde hace un año divide su vida entre ser madre de familia y trabajar como taxista.
La mujer de 42 años relató que no ha sido fácil abrirse paso entre sus compañeros, pues a lo largo de los años ha sido un trabajo desempeñado por hombres.Sin embargo, para su fortuna, los pasajeros de su unidad siempre la han tratado de una manera amable, e incluso, hay quienes le tienen más confianza por ser mujer.
Aunque sus hijos ya son mayores de edad, se preocupan por todas las horas que pasa en la calle, pues sus jornadas inician a las 8:00 de la mañana.
Debido a que hace pausas en su trabajo para preparar la comida o realizar pendientes del hogar, labora hasta las 8 o 9 de la noche.
Otra de las dificultades fue comenzar a trabajar como taxista en medio de la pandemia, ya que debido a las restricciones de movilidad que hubo, en ocasiones era muy poco trabajo y el riesgo de contagio estaba latente.
Blanca es el sustento de sus tres hijos Alexis, Jordy y Karina, y sin duda, lo más difícil de su trabajo es mantenerse tanto tiempo lejos de ellos.
Para Blanca, el mejor regalo del día de las madres será disfrutar con sus hijos y celebrar que tiene trabajo y salud para siempre velar por su bienestar.
Mamás de desaparecidos se reúnen previo al 10 de mayo en Monterrey
Ellas nunca olvidarán la última vez que vieron a sus hijos. Ese día jamás pensaron que convertirían su vida en un sendero de búsqueda por mil lugares para encontrarlos, con una esperanza que no ha muerto, en algunos casos, en doce años.
Este sábado, las madres de los desaparecidos los recordaron narrando por escrito esa última vez.
Integrantes del Grupo Eslabones de Nuevo León colocaron unas sillas con una flor sobre la banqueta de la calle Zaragoza, a la altura de Washington, en la plaza de los Desaparecidos.
Adentro, junto a la foto de sus hijos, pusieron un escrito donde narran la última vez que los vieron.
Para ellas el Día de las Madres carecer de significado. La ausencia de sus hijos, la incertidumbre al no saber dónde están, qué les pasó, si viven o no, le quita toda alegría.
Sólo unas pocas tienen ahora la certeza de tenerlos con ellas y una tumba donde llorarles. Pero sacaron alegría del pasado, y con sus hijos presentes - en fotografía y en su corazón- convivieron y festejaron el día de las madres.
Las madres de desaparecidos repartieron oraciones entre los transeúntes, y recordaron la alegría de sus hijos cuando estaban con ellos. Después, volvieron a su búsqueda.
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