“Quiero enterrarlo ya, que me den lo que esté de mi niño”
Madre de joven desaparecido exige a las autoridades que le permitan darle a su hijo una digna sepultura, pues sus restos los retiene el SEMEFO desde hace más de un año.
El 15 de mayo del 2019, Miguel Ángel, de 22 años, quien era sordomudo y padecía de una lesión cerebral, fue privado de su libertad junto con cuatro personas más cuando se encontraba trabajando en la colonia Parques de Santa Cruz del Valle, en el municipio de Tlaquepaque.
Eva Ochoa Hernández, madre de Miguel Ángel, señaló que los restos de su hijo fueron localizados en una fosa de Santa Anita el 19 de mayo del mismo año, pero que fue hasta el mes de octubre cuando le notificaron del hallazgo.
Lo único que pide esta mujer es que se le entregue a su hijo para darle una sepultura digna. "Se lo llevaron un 15 de mayo y hasta en octubre lo encontré en el SEMEFO. Pero nada más estaba su cabeza, su cabeza y una parte de costilla. Diario me iba al SEMEFO para que me la entregaran".
Desconsolada, la progenitora del joven agrega: "De repente me hablaron y me dijeron que no, que no me lo iban a entregar, y así hemos estado, ya cumplió 2 años mi niño ahí en la SEMEFO. Yo lo quiero sepultar porque mi madre se fue con esa mortificación y quiero enterrarlo ya, que me den lo que esté de mi niño".
Eva explica que el argumento que le da el Ministerio Público es que no se han encontrado todas las partes del cadáver de su hijo. Al respecto de esto, David Hernández, presidente de la Asociación civil Da Vida a Tlaquepaque, menciona: "No se lo pueden entregar que porque en esta incompleto. Ella lo que está pidiendo es un procedimiento para que se lo entreguen y, sin embargo, no lo han querido hacer, no sabemos la razón. Pero ese es el argumento, que no está completo. En la Fiscalía nos dijeron que el protocolo de SEMEFO dice que si ella firma una carta de consentimiento, pueden entregárselo. Ella está dispuesta a firmar".
Miguel Ángel trabajaba de mesero en un puesto de tacos y parece ser que quienes lo desaparecieron fueron por familiares de los dueños de este negocio de comida. Como es de esperarse, desde ese fatídico 15 de mayo, para la mamá de este joven los días resultan eternos y el dolor interminable.
“Cuando llegaba al puesto de tacos yo lo escuchaba porque arrastraba sus piecitos y los perros le ladraban. A veces empiezo a oír que los perros están ladrando y se me va el sueño porque yo lo espero todavía, ya no puedo dormir”.
CGE
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