Trump vs los cárteles mexicanos: qué hará el próximo presidente contra el crimen organizado
Durante su campaña, Donald Trump hizo propuestas para intervenir en México y combatir contra los cárteles que trafican drogas a escala internacional, pero ¿cuáles son y qué tan probable es que se cumplan?
Las elecciones presidenciales de Estados Unidos, que dieron como resultado el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, generaron el interés y la incertidumbre entre diplomáticos, militares, analistas, periodistas y, por muchas razones, miembros del crimen organizado en México.
Operadores del Gabinete de Seguridad informaron a TELEDIARIO que el regreso de Trump a la presidencia significa para los cárteles que, al menos por cuatro años, tendrán en el vecino del sur un enemigo con poder bélico, que prometió usar para erradicar el mayor mercado global de drogas, armas y migrantes “en tiempo récord”.
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Luego de que se revelara como el virtual ganador de las elecciones, la madrugada del 6 de noviembre, Donald Trump encabezó un discurso desde Florida, en el que recordó que durante su primera gestión (2016-2020) no se iniciaron guerras. Sin embargo, se comprometió a poner sobre el escritorio la posibilidad de acciones militares en suelo mexicano para asegurar su frontera.
Bombardeos de EU en instalaciones del narco en México
En julio, durante su campaña, Trump fue entrevistado por el presentador de Fox News, Jesse Watters, quien lo cuestionó sobre las medidas que tomaría para frenar la ola de drogas sintéticas en suelo norteamericano.
Ahí, el también magnate confirmó que tenía un plan para bombardear suelo mexicano para destruir instalaciones estratégicas de los cárteles, como laboratorios clandestinos de fentanilo.
—“¿Los ataques aéreos en México contra los cárteles son una posibilidad?”, preguntó el periodista.
—“Absolutamente”, respondió el magnate de bienes raíces. “México va a tener que enderezarse muy rápido o la respuesta es absolutamente (sí). (Los cárteles) están matando 300 mil personas cada año con el fentanilo que traen”.
¿Qué cárteles están en la mira de Trump?
El virtual presidente electo de Estados Unidos tiene en la mira a las organizaciones criminales que trafican fentanilo a través de la frontera, es decir, no pondrá énfasis en los grupos locales que generan violencia y basan sus actividades en crímenes como extorsiones.
Los cárteles prioritarios para el gobierno estadunidense son:
- Cártel de Sinaloa que, aunque ya no es lo que era, está comprendido por tres facciones: Los Chapitos, La Mayiza y el Cártel del Guano
- Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).
Mientras, los segundos en su mira serían otros grupos criminales cuyos líderes están en las listas negras de Estados Unidos, pero exportan fentanilo en menor medida, lo que hace que todavía no aparezcan en el discurso político estadunidense:
- La Nueva Familia Michoacana
- El Cártel del Golfo
- El Cártel de Juárez.
Finalmente, en un tercer nivel y lejos del interés prioritario de Trump se ubican las agrupaciones locales, cuya principal fuente de ingresos son delitos diferentes al narcotráfico:
- Los Rojos
- La Barredora
- La Unión Tepito
- Guerreros Unidos.
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Pena de muerte y extradiciones contra narcos mexicanos, promete Trump
Previo a las elecciones, Donald J. Trump lanzó una última amenaza contra México: impondrá aranceles del 25 al 75 por ciento a todas las importaciones de productos desde México, si Sheinbaum no detiene “una avalancha de criminales y drogas” hacia Estados Unidos. Por extraño que parezca, esa tampoco es su promesa más radical.
Ya completada su mudanza al número mil 600 de la Avenida Pennsylvania, Donald Trump intentará dar cumplimiento a una de sus propuestas más polémicas contra los capos de las drogas: sancionar el narcotráfico con pena de muerte.
La primera vez que anunció ese compromiso de campaña fue en mayo del año pasado frente a sus seguidores en New Hampshire, estado cuyas dos ciudades principales, Manchester y Nashua, han sufrido un pico de 38 por ciento en promedio de muertes relacionadas con opioides.
La propuesta causó furor entre sus seguidores, tanto que, en ese estado típicamente demócrata, Donald Trump se quedó a menos de 25 mil votos de su rival Kamala Harris.
Es una medida que apasiona al republicano, quien se define como cristiano y provida. En su primer cuatrienio rompió con 17 años sin el uso de la pena de muerte federal y aprobó la inyección letal contra Daniel Lewis Lee, quien hasta su último suspiro sostuvo su inocencia; 13 personas murieron ejecutadas por órdenes firmadas por Donald Trump, el presidente estadunidense con más muertos tras las rejas en su carrera.
A pesar de su triunfo, parece difícil que cumpla su palabra en este rubro. La Convención Americana sobre Derechos Humanos, firmada por ambos países, establece que la nación que recibe a un presunto delincuente para ser juzgado en el extranjero debe comprometerse a no aplicar la pena capital, si ese castigo no está vigente en el país de origen, y en México la pena de muerte está derogada.
En cambio, Donald Trump podrá hacer uso de un recurso que conoce bien: amedrenta con declarar a los cárteles como “organizaciones terroristas” y abrir así la puerta a un desafío en la frontera si el gobierno mexicano no acelera las extradiciones para castigar a los capos de la droga con cadenas perpetuas en cárceles de máxima seguridad. Así lo hizo como presidente entre 2017 y 2021.
“El gobierno mexicano va rumbo a incrementar drásticamente el número de extradiciones de presuntos delincuentes hacia Estados Unidos este año, debido a la presión del gobierno de Donald Trump para que México intensifique su lucha contra el crimen organizado”, escribió el periodista Kirk Semple en The New York Times, en febrero de 2020.
De El Chapo a El Menchito y otros capos extraditados por Trump
Como presidente electo, Trump se anotó la extradición de El Chapo Guzmán, Dámaso López, El Licenciado; Rubén Oseguera, El Menchito; y Felipe Cabrera Sarabia, El Ingeniero, entre otros capos. En su regreso al poder, su colección de narcos en prisión o como testigos protegidos seguramente se ampliará.
¿Y si hubiera ganado Kamala, sería diferente?
Kamala Harris dejó escapar su lugar en la historia como la primera presidenta de Estados Unidos, cargo en el que habría podido ofrecer su experiencia como fiscal general de California, donde para frenar a los cárteles bajo un lema que acuñó desde el 2010: no ser suave ni dura, sino “inteligente contra el crimen”.
Ella había prometido que duplicaría los recursos del Departamento de Justicia para “destruir” a los cárteles de la droga y cortar el flujo de fentanilo, un negocio que tiene un valor anual de unos mil millones de dólares, de acuerdo con cifras del Congreso estadunidense.
Además, en caso de ganar, habría propuesto mayores controles en la compra de armas para evitar que fueran revendidas a los cárteles y una nueva era de cooperación con la administración de Claudia Sheinbaum para intercambiar información que llevara a arrestos relevantes con fines de extradición.
Así lo hizo siendo fiscal general durante el sexenio de Enrique Peña Nieto con la entonces procuradora general Marisela Morales, quien le ofreció información mexicana para que abriera carpetas de investigación en Estados Unidos. Y así fue como la demócrata abrió expedientes criminales contra El Mayo Zambada y dos de sus hijos.
“Desmanteló redes de cocaína y metanfetaminas vinculadas a los cárteles de Sinaloa y Jalisco, una red de tráfico de heroína en el Área de la Bahía conectada con otros grupos criminales mexicanos y una operación de tráfico de drogas que incluía ‘fábricas de pastillas’ y supuestos centros de rehabilitación que distribuían opioides con resultados mortales”, resumió el periodista Nicholas Nehamas en un perfil sobre la derrotada Harris.
“Conozco de primera mano a estos cárteles. Como presidenta les aseguro que los perseguiré con todo el peso de la ley”, aseguró la todavía vicepresidenta en septiembre durante un mitin en Pennsylvania, pero su estrategia no convenció a los votantes. Ese crucial estado pendular lo perdió ante Donald Trump a las 00:23 horas del 6 de noviembre, sellando su derrota.
Esta vez, Kamala Harris tendrá que esperar, al menos por cuatro años, para intentar meter otra vez su mano en los bolsillos del crimen organizado. Ahora es el turno de Donald Trump, quien parece haber aprendido que, en política, no hay medias tintas: la mano dura gana más elecciones que la mirada inteligente.
KT
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