Mormones despiden a sus muertos, pero “la furia no se acaba”
La gobernadora de Sonora, Claudia Pavlovich, acudió al servicio funerario y ofreció hacer justicia.
ESPECIAL.- Tres días después de la matanza de integrantes de la familia LeBarón en Bavispe, la comunidad mormona en Sonora comenzó a enterrar a sus muertos.
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Ayer, en el rancho La Mora —donde habitan las familias LeBarón, Langford y Miller— recordaron, lloraron y se despidieron de seis de los nueve ejecutados por el crimen organizado.
Pero solo los cuerpos de Dawna Ray Langford y sus hijos Trevor Harvey y Rogan Jay, de 11 y 2 años de edad, fueron sepultados. Los de Rohonita María y sus gemelos Taitus y Tiana, de ocho meses, serán trasladados hoy a la colonia LeBarón, en el municipio de Galeana, Chihuahua, para darles el último adiós.
Antes del sepelio, la familia organizó un funeral para que la comunidad del rancho y centenas más provenientes de todo el país y Estados Unidos pudieran despedirse de la mujer de 43 años y del par de menores.
En el jardín de su residencia colocaron una pequeña carpa y decenas de sillas. Varios arreglos florales colmaron el lugar y antes de iniciar la ceremonia la familia más cercana sacó de la casa los tres ataúdes de madera que un día antes ellos mismos elaboraron.
Cargaron los féretros hasta los arreglos florales y apenas los colocaron sobre pequeñas mesas de madera, la comunidad se acercó para despedirse y eventualmente colocar en el ataúd fotografías de Dawna y sus hijos.
Entonces empezó la ceremonia y para conmemorar a sus víctimas, una veintena de oradores contó anécdotas sobre ellos durante más de dos horas.
Algunos incluso sacaron celulares y leyeron mensajes y mostraron fotografías de la mujer y los niños que el crimen organizado asesinó.
Los recuerdos provocaron las lágrimas de la mayor parte de esta comunidad mormona, aunque también algunas sonrisas, las menos.
Pero cuando llegó el turno de David Langford, esposo y padre de las víctimas, el discurso se endureció: “Este tipo de atrocidad no tiene lugar en una comunidad civilizada... Una de las cosas más preciadas de nuestras vidas es la seguridad de nuestras familias... ya no me siento seguro aquí”, exclamó en inglés, como fue durante toda la ceremonia.
Entre sollozos, el viudo siguió dirigiéndose a través del micrófono a esta comunidad originaria de Estados Unidos asentada en México, pero ya no pudo más: se acercó a sus hijos y todos se hincaron, se abrazaron y lloraron mientras comenzó una música que solo hizo más emotiva la imagen.
Era momento de levantar los tres ataúdes y los cargaron hasta las cajas de las camionetas que los trasladaron al panteón que hay en el rancho.
Los familiares se subieron todo el trayecto. Algunos se fueron abrazados y no pudieron contener el llanto. El resto de la comunidad caminó para el sepelio.
“Qué bueno que ya podemos enterrarlos, pero la furia, el dolor y el sentido de impotencia no se acaban”, exclamó Lenzo Widmar, familiar de las víctimas.
Al funeral acudió la gobernadora de Sonora, Claudia Pavlovich, quien dio el pésame a los familiares y se reunió por más de una hora con los líderes de esta comunidad.
“Después de una pérdida como ésta, el mejor apoyo que les puedo brindar es que se haga justicia dada la brutalidad de este crimen y la cobardía de estos monstruos”, exclamó antes de retirarse.
A pesar del ofrecimiento, las secuelas de la masacre continúan para esta comunidad mormona, cuyos integrantes ya no piensan permanecer en México.
Por la tarde fue el turno para honrar a Rohonita María y sus gemelos, aunque en su caso la ceremonia se limitó a evocarlos porque mañana decenas de LeBarón cruzarán la sierra de Sonora para llegar a su colonia en Chihuahua y sepultarlos.
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