Osiel Cárdenas Guillén, fundador de Los Zetas, volverá a la prisión donde mató enemigos
A billetazos, Osiel Cárdenas Guillén, ex líder del Cártel del Golfo, logró poner a sus pies a una prisión de máxima seguridad de la que estuvo cerca de escaparse antes de ser extraditado; hoy, el Altiplano no es muy diferente.
El ex dirigente del Cártel del Golfo y fundador de Los Zetas, Osiel Cárdenas Guillén, será extraditado a México tras ser liberado de prisión en Estados Unidos. Su casa volverá a ser el penal de máxima seguridad conocido como el Altiplano, en Almoloya de Juárez, donde ya estuvo recluido anteriormente y no detuvo sus actos criminales.
La mañana del 8 de octubre de 2004, El Mata Amigos hizo historia en la televisión mexicana: por primera vez un capo de las drogas en México habló por vía telefónica, en vivo, a un canal nacional. El narcotraficante se contactó con el noticiero matutino del Canal 2 desde Almoloya, penal donde se supone que los internos no pueden usar teléfonos para comunicarse con el exterior.
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En aquella llamada Cárdenas Guillén le dio a conocer a México dos cosas: la primera fue que, luego de su detención en marzo de 2003, fue presionado por el entonces subprocurador en Investigación de Delincuencia Organizada, José Luis Santiago Vasconcelos, para incriminarse y culpar de complicidad al gobernador tamaulipeco de la oposición, el priista Tomás Yarrington.
La segunda que, incluso desde la supuesta prisión más dura de México, el fundador de Los Zetas tenía teléfonos y seguía coordinando a su cártel desde el interior de su celda. La llamada se tradujo entonces como una de las muestras de poder de Cárdenas Guillén sobre la cárcel en la que vivió hasta ser llevado a Estados Unidos.
El lunes 16 de diciembre, Osiel Cárdenas Guillén regresó al Altiplano tras ser deportado a México por Estados Unidos, país en el que pasó 14 años tras las rejas.
¿Cómo Osiel Cárdenas Guillén operaba su Cártel del Golfo desde el Altiplano?
TELEDIARIO conversó con dos viejos custodios de la cárcel de Almoloya —antes conocido como La Palma—. Ellos recuerdan que el Mata Amigos transformó al penal de máxima seguridad en una embajada del Cártel del Golfo, desde donde habría planeado el asesinato del hermano de El Chapo Guzmán y su intento de escape.
“Cárdenas (Guillén) dormía en el pasillo tres, la estancia 303 o 304, según mis recuerdos. Ahí lo pusieron después de unos días en las ‘acholchonadas’ (las celdas de castigo), porque llegó muy león al penal. Se notaba que tenía mucho ego, que nunca creyó que lo iban a detener”, dijo un custodio jubilado que hoy trabaja para una empresa de seguridad privada.
De acuerdo con el custodio, se cometió un error con Cárdenas Guillén en el Altiplano: se le colocó junto a gente con liderazgo en el penal, como Daniel Arizmendi, El Mochaorejas; Jesús Loya (secuestrador) y de Benjamín Arellano Félix, El Min.
“Ellos le enseñaron que, incluso en La Palma, con dinero se puede hacer todo”, recordó el segundo custodio en retiro. “Y dinero era lo que le sobraba al señor”.
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Tequila, comida y drogas: los lujos de Osiel Cárdenas Guillén en el Altiplano
Cárdenas Guillén era un preso millonario. En 1998 se convirtió en el líder del cártel más longevo de México; desde esa posición fue el primero en militarizar el crimen organizado con la fundación, al año siguiente, de Los Zetas, un puñado de militares de élite que desertaron de las Fuerzas Armadas para convertirse en la guardia del Cártel del Golfo.
La ubicación privilegiada de su bastión, justo debajo de Texas, lo volvió socio indispensable de narcos colombianos, mafiosos italianos y aliado de políticos en el noreste de México, a quienes les aterraba su sadismo y su fama de vengativo, pero que igual aceptaban el financiamiento de sus campañas electorales a cambio de protección. Un corruptor profesional.
Aquel teléfono con el que Cárdenas Guillén llamó al Canal 2 fue sólo el primero, recuerdan las fuentes. Un Nokia azul cuyo tránsito ilegal de la calle a la celda costó unos 15 mil pesos actualmente.
Luego, llegaron más teléfonos y después varios radios de telecomunicación escondidos en las mochilas de los custodios, a quienes Cárdenas Guillén duplicó sus sueldos y hasta financió estudios de sus hijos. Después, botellas de tequila, comidas de restaurantes y droga para su tropa.
“Se la pasaba hablando por teléfono. Y juntó a su propia gente, como 60 o 70. Todo el tiempo daba órdenes, pedía esto y aquello. Para nosotros era muy claro que seguía siendo el jefe de su grupo, aunque en las noticias daban el nombre de otras personas”.
Cárdenas Guillén había tomado La Palma como su oficina. Desde ahí aconsejaba a su hermano Ezequiel, El Tony Tormenta, cómo mantener unido al cártel; lo mismo hacía con Jorge Eduardo Costilla Sánchez, El Coss.
Aunque estaba privado de la libertad a mil 18 kilómetros de su natal Matamoros, El Mata Amigos seguía siendo el jefe.
“Imagínese qué tan intocable era que, desde el penal, redactó a sus abogados —que eran muchos— una carta para el (entonces) presidente Vicente Fox y salió publicada en un periódico nacional. Eso hoy sería un escándalo, no sé, una carta en su periódico de un narco a la presidenta Sheinbaum. Pero antes era otra cosa”.
“Logró tanto poder que su gente traía armas al penal. Nosotros, la verdad sea dicha, les sacábamos la vuelta. Nos hacíamos como que no veíamos nada, porque tampoco queríamos problemas. Podías no tomar su dinero, pero no podías hacer algo contra ellos”.
Enemigos de Osiel Cárdenas Guillén fueron asesinados en el Altiplano
En aquellos años de control del tamaulipeco, tres hombres muy cercanos a su enemigo jurado, El Chapo, fueron asesinados en la cárcel de supuesta máxima seguridad:
- Alberto Soberanes Ramos, El Socorro, sicario cercanísimo a Joaquín Guzmán Loera
- Miguel Ángel Beltrán Lugo, El Ceja Güera, confidente del nacido en Badiraguato.
- Arturo Guzmán Loera, El Pollo, hermano menor del fundador del Cártel de Sinaloa.
, amo y señor de la cárcel.
Tras el trío de ejecutados, el responsable de las prisiones federales, Carlos Tornero Díaz, reconoció que el arma que mató al hermano menor de El Chapo en los locutorios del penal fue introducida por el personal de seguridad y que la corrupción se había convertido en la “llave maestra” de los capos que vivían en La Palma.
El 31 de enero de 2005, Tornero Díaz fue cesado por el entonces secretario de Seguridad Pública Federal, Ramón Martín Huerta, quien reconoció que habían perdido control del penal. El secretario de Estado se comprometió a reestructurar la prisión para acabar con los privilegios de capos como Cárdenas Guillén. Y para ese mismo año agendó la toma de protesta de nuevos custodios que tenían la encomienda de barrer la corrupción.
Ramón Martín Huerta viajó a esa cita el 21 de septiembre en un helicóptero Bell 412-EP que aterrizaría en el penal de máxima seguridad, pero en el trayecto la aeronave se desplomó. La periodista Laura Sánchez Ley halló, años más tarde, que el expediente del “accidente” se mantuvo en secreto y, luego, se extravió. El funcionario que limitaría el poder de Cárdenas Guillén murió al instante en extrañas condiciones.
Los planes de fuga de Osiel Cárdenas Guillén del Altiplano
“Todos sabíamos que Cárdenas Guillén buscaba fugarse. Esa no era la cuestión, sino cuándo y cómo”, dijo uno de los custodios. Otro sumó: “porque si pasaba en nuestro turno, nos culparían y nos íbamos a la cárcel. Imagínese: de vigilante a preso, ¡uno no sobrevive!”.
La historia contada en libros y series es que el líder del Cártel del Golfo pidió a Carlos Rosales, El Tísico, su representante en Michoacán y creador de La Familia Michoacana, que gestionara la fuga al costo que fuera.
El guerrerense tenía experiencia en esas misiones: en junio de 2003 había operado el escape de unos 60 miembros de Los Zetas del penal de Morelia, Michoacán. Y ahora se apresuraba a intentarlo, pero en La Palma.
Sin embargo, el Ejército mexicano descubrió su plan debido a las líneas telefónicas intervenidas en el penal y desmanteló un campamento en Uruapan, donde un comando ensayaba cómo extraer a Cárdenas Guillén con la ayuda de funcionarios corruptos.
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El operativo militar retrasó el plan de escape hasta que fue muy tarde: en enero de 2007, el gobierno mexicano extraditó a Houston, Texas, al Mata Amigos, como quien avienta un petardo próximo a estallar en las manos.
Osiel Cárdenas Guillén ya está otra vez en México y volverá al Altiplano
El16 de diciembre, el hombre explosivo volvió como un deportado de 57 años que esperará la resolución de siete procesos federales, incluido delincuencia organizada y lavado de dinero.
A las 09:25 horas pisó suelo nacional y a las 17:35 regresó a la cárcel que manejó a su antojo. Un penal que, según expertos como la antropóloga Elena Azaola, una de las voces más respetadas en el estudio penitenciario en México, no ha cambiado mucho desde el 2003-2007.
“Hace relativamente poco estuve en el Altiplano (antes La Palma) y me quedó clarísimo que hay criminales que dominan ahí, que sigue habiendo privilegios, que siguen teniendo todos los dispositivos (teléfonos) que quieren tener”.
“Yo entrevisté ahí a un tipo y dije ‘a ver, ¿qué estoy viendo?’, porque me lo presentaron para entrevistarlo y el tipo no traía uniforme, no traía el corte de cabello reglamentario, como si estuviera preparado para una entrevista de televisión. Ninguna regla se cumplía y piensas que es un descaro total”, contó Azaola.
La experta afirmó que esa debilidad institucional es el legado del desinterés de los gobiernos por intervenir en los penales. De arriba a abajo, los directores no tienen suficiente presupuesto y los custodios tienen sueldos muy bajos. Hay poco personal y mucha población. La receta del desastre: la fórmula para el control criminal.
“Nosotros sabemos que no ha cambiado mucho el Altiplano”, aclaró un custodio. “Todo es lo mismo: dinero, dinero, dinero”. Su compañero lo complementa: “Yo le aseguro que, con todo y la máxima seguridad y bloqueadores de teléfonos, desde ahí siguen operando muchas personas. Ese es el negocio de todos”.
En esas condiciones, Osiel Cárdenas Guillén vuelve a su vieja casa. La prisión que “dobló” a billetazos y que hoy sigue torcida.
KT
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