Sálvese el que pueda
- ¡Ahí les voy!
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Leonardo Schwebel
Según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública en Jalisco, del total de delitos contra la vida y la integridad corporal, en 2023 se registraron 15 mil 360 y en 2024 fueron 15 mil 621.
En lo que se refiere a homicidios dolosos, en 2023 fueron 1,449 y en 2024 un total de 1,447.
Este conjunto de cifras es el oficial y, como se puede notar, en esos dos años no hubo nada significativo en cuanto a disminución de la inseguridad.
Recientemente, el INEGI presentó su informe “Percepción social sobre inseguridad pública por área urbana (ciudad) de interés”, donde Guadalajara presentó un aumento anual de 74 en diciembre de 2023 a 82.9 en diciembre de 2024, un incremento de 8.9%.
En ese mismo comparativo anual (diciembre 2024/diciembre 2023), esa percepción de inseguridad bajó en Tonalá por 19.5 y en Zapopan por 11.4. Se mantuvo prácticamente igual en Tlajomulco y Tlaquepaque, y creció 11.1 puntos porcentuales en Puerto Vallarta.
Sobre esto, el INEGI señala: “En diciembre de 2024, el 42.5% de la población de 18 años y más, residente en las áreas urbanas de interés, manifestó que modificó sus hábitos respecto a llevar cosas de valor, como joyas, dinero o tarjetas de crédito, por temor a sufrir algún delito. Además, el 38.4% modificó rutinas en cuanto a permitir que las o los menores que viven en el hogar salgan solas/os. Por su parte, el 38.1% reconoció haber cambiado hábitos en cuanto a caminar de noche por los alrededores de su vivienda y el 23.4% cambió rutinas relacionadas con visitar parientes o amistades”.
Y esa es la parte fundamental de estos números.
No se trata de bajar o subir cifras ni de convencernos de que vamos bien a pesar de los datos, sino de entender que nos han borrado nuestra vida cotidiana. Han provocado que tengamos más miedos y nos han quitado la sonrisa.
Es claro que en estos temas de seguridad se avanza poco o nada.
Pero lo que asusta todavía más es la respuesta oficial de Guadalajara como municipio: “Hay que tener presente que la dinámica de tránsito y flujo de personas que tiene nuestra ciudad como capital sobrecarga la capacidad humana del gobierno”.
Y eso, traducido a la realidad, significa que tenemos una autoridad rebasada o, lo que es lo mismo, sálvese el que pueda.
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