En Acapulco está el otro Otis...
- Un Minuto de Reflexión
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Walter Juárez
YA PASÓ DE LA RAPIÑA A LOS ASALTOS A LAS VIVIENDAS.- El otro Otis que está azotando ya no es el de la rapiña, ahora es el de los robos descarados a las mismas familias afectadas por este catastrófico huracán. Los delincuentes además de estar asaltando a quienes se encuentran en su camino, han decidido robar a las mismas residencias con las familias en su interior, además, a las personas de clase media y baja.
Se dice que los colonos, ante el temor de ser víctimas de los delincuentes, han decidido armarse con palos, tubos, machetes y lo que tengan en sus viviendas, además en las bocacalles colocan en la noche fogatas y forman guardias, para evitar ser víctimas de los ladrones.
No cabe duda que todo está fuera de control en Acapulco y es que la ayuda está llegando a cuentagotas a los afectados por el devastador huracán. Las fuerzas armadas se han dedicado a buscar la manera de llevarle la ayuda a las familias, en lugar de dar recorridos de vigilancia y detener a todos esos delincuentes que están afectando a los lugareños.
En estos momentos, la Comisión Federal de Electricidad ha realizado una labor titánica, ya que a ocho días del fenómeno meterológico, han logrado restablecer casi en su totalidad el suministro de energía eléctrica. Muchos acapulqueños quieren salir del puerto, saben que durante muchos meses su futuro será incierto, por lo que están buscando que sus familiares en el interior del país o en el extranjero.
Pero el temor a ser víctimas de los delincuentes, el miedo a lo que quedó de sus hogares sea sustraído, los hace pensarla dos veces. Que difícil decisión la que tienen que tomar los acapulqueños, ya que no tienen un futuro seguro, no pueden volver a sus trabajos y para que el puerto vuelva a ponerse en pie, pasarán largos meses.
Qué pasará con todos esos trabajadores que vivían del turismo, que en los restaurantes su sueldos eran las propinas y ahora, su único recurso es entrarle a las obras de reconstrucción. Se acabó la algarabía, se terminó la diversión y ahora, todos a rascarse con sus propias uñas y esperar que el gobierno federal, así como el estatal, los ayuden a reconstruir sus viviendas.
El presente de las familias no solamente de Acapulco, sino de los municipios afectados por Otis es incierto, ya que por un lado se quedaron sin trabajos y además ahora tienen que cuidarse hasta de su sombra, ya que la delincuencia está al acecho y en cualquier momento ataca, sin respetar niños, jóvenes y adultos, mucho menos a la muerte.
Walter.juarez@milenio.com
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