Historia del Templo de San Francisco, el primer convento de Puebla
El Templo de San Francisco es una joya arquitectónica de Puebla que guarda siglos de historia como el primer convento de la ciudad y que guarda los efectos del sismo de 2017.
El Templo de San Francisco ubicado en la histórica ciudad de Puebla es mucho más que un sitio de culto; es un testimonio vivo de los inicios de la ciudad y del importante legado franciscano en la región.
Para muchos es un lugar común en su día a día, un fondo habitual para fotos o un punto de referencia en su trayecto hacia el trabajo. Sin embargo, detrás de su impresionante fachada churrigueresca este templo resguarda siglos de historia que te contamos en TELEDIARIO Puebla.
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San Francisco o el primer convento de Puebla
Inaugurado como el primer convento en la naciente ciudad de Puebla, el Templo de San Francisco cobra una relevancia particular en el contexto religioso y cultural de la Nueva España.
La construcción de este complejo comenzó en 1531, tan solo unos meses después de la fundación de la ciudad. Fue en ese mismo año cuando Fray Toribio de Benavente ofició una misa que marcó el inicio de los trabajos de construcción con el objetivo de proporcionar un espacio para la orden franciscana y los fieles en la nueva urbe.
Este convento se erigió en un lugar estratégico, justo en lo que fue la entrada principal a la ciudad en la intersección de la actual calle 14 Oriente con el Boulevard Héroes del 5 de Mayo. Su localización subraya su importancia para la época no solo como centro de devoción, sino también como punto de recepción para los viajeros que llegaban a Puebla.
El diseño arquitectónico del templo es otro de sus aspectos más notables. Con una fachada realizada en estilo churrigueresco, el templo presenta una combinación de cantera, ladrillo y azulejos, elementos característicos de la arquitectura novohispana.
Aunque la construcción inicial data de 1531, su decoración y acabados no se completaron hasta el año 1767. Este retraso se debió en gran medida a la necesidad de recaudar fondos para continuar con las obras, lo que llevó a que se interrumpiera y reanudara en diferentes periodos.
Una de las características más destacadas del Templo de San Francisco es su torre, cuya construcción comenzó en 1730 y que alcanza una altura de 63 metros, es visible desde varios puntos de la ciudad y se completó casi cuatro décadas después, en 1767, cuando se instalaron las campanas que aún hoy resuenan por el centro histórico de Puebla.
El templo está dedicado a las Cinco Llagas de San Francisco de Asís y alberga el cuerpo del beato Fray Sebastián de Aparicio, una figura muy venerada en la región. Acerca de Sebastián de Aparicio cabe decir que fue un pionero en la Nueva España y es considerado protector de los viajeros, razón por la cual miles de fieles acuden a venerarlo cada año.
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Daños y restauración del exconvento de San Francisco en Puebla y el Beato Sebastián de Aparicio
El sismo del 19 de septiembre de 2017 marcó un momento crítico en la historia reciente del templo. La torre principal sufrió daños considerables y su fachada se desmoronó parcialmente.
La cruz que coronaba la cima de la torre cayó debido a la intensidad del temblor. Afortunadamente, después de un cuidadoso proceso de restauración la estructura fue reforzada y restaurada, devolviéndole su esplendor y asegurando su conservación para las futuras generaciones.
Más allá de su valor arquitectónico el Templo de San Francisco alberga importantes figuras de devoción y arte sacro. Dentro de sus muros se encuentra el cuerpo del Beato Sebastián de Aparicio, uno de los personajes más venerados en Puebla.
Este fraile, conocido por su dedicación a los pobres y su espíritu de caridad fue beatificado en 1789 y sus restos se encuentran en el interior de la iglesia, lo que convierte al templo en un destino para los fieles que buscan honrar su legado.
El interior del templo también está adornado con numerosas obras de arte que datan de la época colonial, un verdadero viaje al pasado para quienes cruzan sus puertas.
Estas piezas artísticas son un ligero reflejo del esplendor de la Nueva España y el rol fundamental que desempeñaron los franciscanos en la evangelización y el desarrollo de la región. Además, el exconvento ubicado en el Barrio del Alto es parte de un recorrido cultural que incluye otros puntos históricos de la ciudad.
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