Reabren el caso Camarena por pruebas falsas del FBI
Un juez anula las cuatro sentencias contra Raúl López Álvarez, ex agente judicial preso en Estados Unidos, y llama a las partes a presentar nueva evidencia en un plazo de 180 días.
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Como en una serie cuyas temporadas siguen y siguen, el juicio que se llevó a cabo hace 34 años por el asesinato del agente de la oficina antinarcóticos de Estados Unidos, la DEA, Enrique Kiki Camarena, tendrá que reabrirse luego de que un juez federal determinó que el Buró Federal de Investigaciones, FBI, presentó evidencias falsas que afectaron el proceso, lo cual implicaría volver a reunir evidencias y testigos.
MILENIO obtuvo un documento judicial fechado el 23 de marzo de 2023, el cual revela que el juez federal John A. Kronstadt ordenó reabrir el juicio por el asesinato del agente de la agencia antidrogas, luego de que uno de los dos últimos sentenciados por el crimen –Raúl López Álvarez, ex policía judicial de Guadalajara, la ciudad donde fue torturado y asesinado Camarena–, demostrara que su proceso no fue realizado con apego a la ley, debido a una serie de irregularidades cometidas por personal técnico del FBI.
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El juez federal resaltó que a pesar de que las imputaciones han quedado anuladas, López Álvarez no podrá obtener la libertad bajo fianza y tendrá que llevar este nuevo juicio desde una celda de prisión. Y afirmó que el proceso deberá comenzar dentro de los 180 días posteriores a la publicación de esta sentencia.
“Dado que el último juicio contra el acusado por los cuatro cargos (conspiración para asesinar y cargos de secuestro) antes mencionados ocurrió hace más de 34 años, el Gobierno (y muy probablemente el demandado) necesitará este tiempo adicional para ubicar testigos y pruebas debido al paso de un tiempo significativo”. Esto quiere decir que los involucrados revivirán a partir de septiembre de este año la historia que los llevó a prisión o marcó sus vidas.
Las sentencias dictadas en Estados Unidos contra los acusados por el asesinato de Kiki Camarena, cometido el 9 de febrero de 1985, se sustentaron en evidencias que hoy se conoce fueron defectuosas, las cuales presentó un agente inescrupuloso, inexacto y corrupto del FBI, Michael Malone, entonces jefe de la Unidad de Pelos y Fibras del Laboratorio de esa entidad de investigación.
“Por sí solo, el testimonio de Malone de que se encontró cabello de Camarena en estos lugares no implicó directamente a Raúl López. Sin embargo, al ver la evidencia en el contexto de todo el expediente, el testimonio de Malone apoyó significativamente la inferencia de que las declaraciones de López Álvarez a Reynoso y Reyes García (un agente de la DEA y un testigo que lo inculparon) eran veraces y socavaron la defensa del peticionario de que estaba fanfarroneando o repitiendo lo que escuchó o leyó”, dijo el juez federal en un documento previo, fechado el 23 de febrero de 2023.
Malone y sus subordinados realizaron análisis científicamente insostenibles en el lugar donde Camarena fue asesinado, una casa en la calle Lope de Vega de la capital tapatía, pero además ofrecieron testimonios exagerados, todo lo cual incidió en una investigación que se ha mantenido activa durante más de tres décadas.
El caso que destapa de nuevo la cloaca de irregularidades y mentiras –porque este proceso ha sido revisitado en años anteriores, cada que se conocen otras evidencias– es el de Raúl López Álvarez, un ex agente de la policía judicial de Guadalajara, quien fue detenido en Estados Unidos y encarcelado a raíz de un operativo encubierto de la DEA. El mexicano fue sentenciado a cuatro sentencias consecutivas de 60 años.
Hace unos días, Ken Salazar, embajador de Estados Unidos en México, invitó a Manuel Bartlett a acudir a una reunión de trabajo en la Unión Americana, un asunto que generó polémica debido a que durante años se ha dicho que el ex secretario de Gobernación y actual director de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) podría ser aprendido en aquel país por su presunta participación en el asesinato de Kiki Camarena.
Mexicanos huelen su libertad
En una crónica que publicó este diario, se relata con detalles cómo López Álvarez cayó en la trampa de un agente de la DEA, quien fingió buscar a un sicario que pudiera asesinar a otro funcionario estadounidense bajo la modalidad que llamó “Camarena Style”.
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En los reportes judiciales puede leerse que Raúl López presumía tener experiencia en “levantar”, “dar toques eléctricos” y asesinar “con tiro de gracia” o “cuchillo” a sus víctimas, todo a petición del cliente, tal como supuestamente lo había ejecutado con Kiki Camarena. Pero hace algunos años Raúl López argumentó que tales habilidades eran mentira, que solo dijo eso sobre la muerte del agente de la DEA para “blofear” y hacerse el importante.
En su momento, el testimonio de Michael Malone fue fundamental para que el jurado decidiera imponer una sentencia extrema al mexicano, pero como este diario relató en 2022, Malone urdió una de las mentiras científicas más grandes con el caso Camarena, que una vez descubierta da pie a las nuevas revisiones del caso.
Por medio de las supuestas evidencias de Malone el gobierno estadounidense concluyó que tanto López Álvarez como otros de los acusados, Javier Vásquez Velasco y René Verdugo, fueron quienes estuvieron en la casa de Lope de la Vega y participaron en el asesinato.
Luego de demostrar que Malone lo incriminó falsamente, René Verdugo salió en libertad a sus 77 años de edad. El ex agente del FBI aseguró que había encontrado uno de los cabellos del mexicano en la casa de Lope de Vega, lo cual al final no se pudo sostener.
Ahora Raúl López, quien reconoció haber fanfarroneado sobre su participación en el asesinato de Camarena, podría seguirle los pasos, pues John A. Kronstadt, juez federal de California, ordenó que se anulen las cuatro sentencias contra López Álvarez. Asimismo, la abogada de Javier Vázquez Velasco, Stephanie Adraktas, confirmó a MILENIO a través de un correo electrónico que tienen también un proceso ante la corte para lograr beneficios para su cliente.
La historia de Raúl y de Malone
—Oye y lo de Camarena, ¿sí lo grabaron?
—Sí.
—¡Ay, qué cabrón!
Estas palabras fueron una losa para Raúl López Álvarez, una que le cayó encima en forma de cárcel de máxima seguridad en Estados Unidos.
El 14 de octubre de 1987, el agente encubierto de la DEA, Abel Reynoso, fue al grano y le preguntó a Raúl por Kiki, su compañero asesinado. Indagaba como parte de un plan luego de que recibió información de un infiltrado en México, quien apuntaba a López como uno de los que había secuestrado y asesinado a Camarena.
Reynoso, un veterano agente de la DEA, ideó un plan impecable: citó a López Álvarez en Estados Unidos para encargarle un trabajo a la Camarena style para supuestamente deshacerse de un funcionario estadunidense en Los Ángeles, California.
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López, un expolicía con aspiraciones que trabajó ocupándose de cargamentos de droga para Ernesto Fonseca (Don Neto, líder del Cártel de Guadalajara), aceptó la invitación. Viajó a Estados Unidos, donde fue detenido y acusado de asesinar a Camarena.
Sin embargo, durante su juicio, López Álvarez aseguró que todas sus supuestas habilidades de sicario que había presumido ante Reynoso fueron producto de su imaginación, que había leído el modus operandi en revistas que contenían información sobre asesinatos, que todo lo que contó fue una ficción y que realmente sólo había sido un empleado de poca monta del Cártel de Guadalajara.
No obstante, su alegato, un jurado decidió imponer cuatro sentencias consecutivas de 60 años en su contra. En 2019, López Álvarez pidió que su condena fuera revocada al haberse limitado indebidamente su contrainterrogatorio, pero se sumó un testimonio en su contra: el de Michael Malone.
Antes de que se evidenciara su ineficacia para emitir resoluciones técnicas, Malone fue un forense que viajó por órdenes del FBI a México. Visitó varios predios, entre ellos la casa de Lope de Vega, y recabó más de 200 elementos como cabellos, fibras de cuerda, alfombras, almohadas. Llevaron el material a Estados Unidos para practicar distintos análisis y determinar quién había participado en la tortura de Camarena.
Desde el año 2012 un informe de la Oficina del Inspector General de Estados Unidos reveló que la conducta de Malone fue “particularmente problemática” y que 13 subordinados suyos habían realizado análisis científicamente insostenibles además de rendir testimonios exagerados.
El FBI no fue confiable
En el documento judicial el magistrado John A. Kronstadt indicó que un nuevo recurso era interpuesto por López Álvarez, luego de una revelación de la Oficina del Inspector General de la Oficina Federal de Investigaciones, acerca de que el testimonio en el juicio del agente especial del FBI, Malone, no era confiable.
Reconoció que la casa en Guadalajara se convirtió en una locación muy importante para la investigación del gobierno estadunidense y el posterior enjuiciamiento de López Álvarez. Durante el juicio y a través del testimonio del agente de la DEA, Abel Reynoso, el gobierno aseguraba que había evidencias de que Raúl López había participado directamente en la detención e interrogatorio de Camarena en esa casa.
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Entre los detalles que López Álvarez le habría dado a Reynoso estaban que Kiki Camarena fue golpeado con tubos de hierro, pero mencionó otros presuntos detalles: “Hasta calentamos los tubos de hierro para golpearlo”; “fue torturado un día entero y parte de la noche”, o “fue sacado de la casa donde lo llevaron para torturarlo y aún estaba vivo”.
Reveló otra historia hasta entonces desconocida: que el 4 de febrero de 1985, Camarena fue a una fiesta con narcotraficantes en su papel encubierto de comprador de drogas, y que estos luego “llamaron a Colombia” y se enteraron que Kiki no era lo que decía ser.
López Álvarez ofreció otro supuesto dato espeluznante: que el piloto Alfredo Zavala fue enterrado vivo. Más tarde, en los contrainterrogatorios, el mismo Reynoso reveló que no creía todo lo que le relataba López, y que parte de lo que decía, de hecho, no era verdad.
El 22 de agosto de 1988 Raúl López fue condenado con base en los testimonios de Abel Reynosa y las fibras y cabellos que Michael Malone y su equipo recolectaron en los lugares de tortura y asesinato de Camarena. López fue acusado por crímenes violentos en ayuda al crimen organizado, conspiración para secuestrar a un agente federal, participar en el secuestro y retención de un agente de la DEA con el propósito de interrogarlo y, por supuesto, asesinato grave cometido durante y en el curso del secuestro.
Hoy el juez Kronstadt admite que en su momento las acusaciones estuvieron respaldadas por evidencia creíble, y que un jurado estaría sustancialmente justificado para creerlas, pero las cosas han cambiado. El juez federal reconoció que el gobierno realmente no pudo probar que se encontraron cabellos de López Álvarez en la casa de la calle Lope de la Vega, y a pesar de ello el gobierno conminó al jurado durante el juicio a que prestaran mucha atención a las evidencias y testimonios forenses, y específicamente a la importancia de… “las muestras de cabello.”
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Se lee en el planteamiento que “el Gobierno [de EUA] señaló que las pruebas mostrarían cabello tomado de varias habitaciones en Lope de Vega que coincidían con el de Camarena, con la del coacusado del peticionario, Verdugo, y con el de otra persona que no era parte en el caso, pero que supuestamente había participado en el interrogatorio”.
López Álvarez, en su recurso presentado en 2019, argumentó que no obstante esas supuestas pruebas, el falso testimonio de Malone sobre las muestras de cabello “conectó los puntos” del caso e influyó en el jurado que acabó dictando un veredicto en contra del mexicano acusado.
Se reconoció que el agente Reynoso testificó que López Álvarez dijo que fue arrestado con quienes participaron en el secuestro, pero nunca afirmó que él mismo secuestró a Camarena. Y aunque según el agente de la DEA, el acusado López también le aseguró que el interrogatorio a Kiki fue grabado en video, en las cintas que se revisaron nunca fue identificada la voz de López. Tampoco se pudo corroborar el uso de tubos de metal calientes para torturar al agente asesinado.
Sobre Malone, se concluyó que existió una “probabilidad razonable de que el falso testimonio podría haber afectado el juicio del jurado”.
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