Los hijos de Bundy

Hace 50 años, en enero de 1975, Elizabeth Kloepfer lo sospechó y hasta se lo comunicó a la policía de Seattle, que simplemente la ignoró. Pudieron prevenirse una decena más de asesinatos de Ted Bundy, pero no sucedió así hasta que fue detenido en agosto de ese año.

Pero todavía más. Se hubieran evitado todos los feminicidios al detectar los signos de alerta.

Ted Bundy y otros asesinos en serie, iniciaron torturando animales.

Según los expertos en estos temas, el sentir placer al provocarle dolor a otro ser vivo, desencadena esa violencia que se trasladará hacia una o varias personas.

Aquí tuvimos a nuestro Bundy. Recordarán el caso UTEG de mayo de 2024, donde un personaje mató a tres mujeres y que, a final de cuentas, supuestamente se suicidó en Puente Grande.

Ese sujeto presumía en sus redes sociales actos deleznables contra animales.

Los constantes casos de maltrato animal divulgados el año pasado provocaron un cambio en la ley, pero de nada sirve si no hay detenidos.

A fin de año y en la primera semana 2025, hemos sido testigos de más historias como los perros desnutridos y descuidados en la colonia Providencia o el abandono de varios ejemplares en la colonia Villa Guerrero de Guadalajara.

Ni aunque la presidenta municipal Verónica Delgadillo intervino directamente en una de estas atrocidades, se ha logrado castigar a los responsables.

Más allá de la severidad, el asunto tiene que ver con un acto de prevención. Quien haya matado al gato de la zona del Álamo en Tlaquepaque poniéndole un cohete en su cola, es un futuro asesino, un hijo de Bundy.

En el caso de la docena de perros abandonados en colonia Villa Guerrero, según me informan, la Fiscalía de Jalisco supuestamente irá al lugar y buscará la forma de sacar a los animales. Demasiado lentos y permisivos.

No es sentenciar con croquetas como sucedió con la persona que arrastró un perro en su camioneta, sino prevenir y, por lo tanto, romper con el circuito de violencia.

Esa es la parte que no se entiende de la autoridad que asume una postura de protocolo y no de acción inmediata. Y no es por aplicar un castigo sino por verdaderamente prevenir algo peor. Pero como hace muchos años, parece que no escuchar las sospechas o reclamos forma parte de la injusticia.

X @LeoSchwebel