Liz Parrish, mujer de 53 años que se ve de 25 por usar terapias genéticas: en qué consisten
Liz Parrish es una empresaria y científica que se sometió a una terapia genética experimental para poder curar la enfermedad de su hijo. Ella asegura haber detenido el envejecimiento y mejorar su salud radicalmente
En 2015, Liz Parrish, una empresaria norteamericana de 54 años, tomó una importante decisión: someterse a una terapia génica antienvejecimiento que solo había sido probada en roedores. Dado que en Estados Unidos no era legal, viajó a Colombia, dispuesta a convertirse en “la paciente cero". Parrish argumentó que su motivación principal era buscar una medicina curativa para la diabetes que padece de su hijo, aunque no ocultó que el tratamiento provenía de su propia empresa biotecnológica, BioViva.
Su tratamiento incluía telomerasa, diseñada para evitar el acortamiento de los telómeros —las capas protectoras de los cromosomas— y folistatina, que buscaba aumentar la masa muscular y reducir la grasa.
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Para una entrevista en el medio español “El foco” Parrish menciona:
“Me hice varias terapias genéticas, una de ellas se llama estatina y aumenta tu masa muscular y realmente lo sientes, lo puedes sentir en tu actividad diaria. Tengo músculos fuertes…”
Desde entonces, ha alcanzado un reconocimiento mundial, destacándose en eventos y medios importantes. A sus 54 años, Parrish afirma que se siente tan joven como en sus veintes, y está convencida de que su tratamiento la ha mantenido en un estado óptimo.
¿Qué cambios y resultados nota en su cuerpo después de las terapias?
Parrish asegura que ha experimentado mejoras significativas en su cuerpo, incluyendo un aumento de fuerza muscular y una mejor salud de sus órganos. Además, destaca la importancia de la salud interna para mantener una apariencia externa saludable.
“Con la terapia genética estamos creando células que son más jóvenes, más sanas. Y así es como la salud se siente como la ausencia de enfermedad, es una sensación agradable. He vuelto con más energía y estoy haciendo más cosas...”
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En cuanto a los efectos secundarios, Parrish se somete a chequeos médicos regulares, que incluyen resonancias magnéticas y análisis de marcadores sanguíneos, para asegurar que no haya efectos adversos del tratamiento.
Consciente de las críticas que ha recibido, Liz Parrish continúa promoviendo su visión de que estas terapias deben ser accesibles para todos. Ella cree que, al aumentar la demanda, los precios disminuirán y más personas podrán beneficiarse de tratamientos similares.
“Creo que las terapias genéticas estarán disponibles para todos a un precio muy bajo. Retrasar el envejecimiento ahorra billones de dólares por año por eso es que pienso que los gobiernos terminarán apoyando mi tratamiento y entonces será accesible para las personas que lo deseen.”
Desde su primera experiencia en 2015, Parrish ha realizado varias terapias genéticas y sigue siendo un referente en el campo de la biotecnología y la longevidad. Su historia desafía las nociones tradicionales sobre el envejecimiento y abre un debate sobre el futuro de la medicina regenerativa y la posibilidad de detener el envejecimiento.
Han pasado casi nueve años desde que Parrish se sometió a ese tratamiento experimental, y su apariencia sigue siendo la de una mujer de 25 años. Su viaje no solo ha capturado la atención de los medios, sino que también ha planteado importantes preguntas sobre el envejecimiento, la salud y el papel de la biotecnología en la vida humana. Liz Parrish no solo se ha convertido en un símbolo de la lucha contra el envejecimiento, sino también en una defensora de la innovación en el campo médico.
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