Crimen organizado utiliza la 'sextorsión' para el reclutamiento forzado; así es su modus operandi
Con virus maliciosos para vulnerar la privacidad de los teléfonos de adolescentes, los reclutadores amenazan con exponer sus fotografías íntimas si no cumplen con las citas.
Luisa fue obligada a agendar una cita entre su novio y un jefe de plaza del crimen organizado en Michoacán. Si se negaba, las imágenes íntimas que guardaba en su celular serían difundidas por internet, dos semanas después de que el grupo Guerreros Buscadores de Jalisco revelara a México la existencia del campo de adiestramiento en el rancho Izaguirre,
La pesadilla de la joven inició el jueves 20 de marzo, cuando la estudiante del segundo año de preparatoria escaneó con su teléfono un código QR pegado a un poste de luz cerca de su escuela en los límites entre Morelia y Pátzcuaro.
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Era un anuncio aparentemente inofensivo: ofrecía información y descuento en la entrada a una fiesta de música electrónica que sería “la experiencia del año”.
Pero el escaneo envió a Luisa —de 16 años y cuyo nombre real no será publicado a petición de la familia— a una página en blanco con caracteres ilegibles y ninguna dirección ni rebaja. La adolescente no volvió a pensar mucho en ese fiasco hasta la mañana siguiente.
“Mi hermana comenzó a recibir mensajes de un número con clave en Jalisco, pero eso no es extraño acá porque somos estados vecinos. Al principio alguien que dijo ser de su edad le estaba coqueteando, pero mi hermana no le hizo caso. Entonces, se puso agresivo y le dijo que si le contestaba rápido, iba a publicar unas fotos de mi hermana”.

La amenaza se puso seria en cuanto mostró fotos que Luisa se había tomado para su novio Ulises y “en las que, pues sí, aparecía desnuda y también fotos que se tomaron juntos en un hotel”.
En un principio, Luisa pensó que Ulises las había compartido, pero el tipo le dijo que las había obtenido porque un día antes ella había entregado control de su teléfono a su grupo criminal porque escaneó el código QR y que ellos ya sabían hacer eso”, cuenta a MILENIO el hermano mayor de Luisa, quien aportó imágenes que corroboran la historia, pero pidió no publicarlas por tratarse de su familiar menor de edad.
Luisa no había contado a nadie el escaneo fallido del QR. Lo hizo a solas mientras caminaba de regreso a casa. No era posible que Ulises, quien aparecía en una de las imágenes mostradas como evidencia del control remoto de su celular, la hubiera traicionado. En realidad, su novio de 17 años era el objetivo, no la adolescente.
¿Cuál era el objetivo real de los criminales?
Luego de descubrirse no como un adolescente cualquiera, sino como El Comandante Furia de la “Operativa Cárteles Unidos”, el extorsionador preguntó insistentemente por Ulises: su edad, su estatura, su peso, si tenía familia o si practicaba algún deporte.
Cuando agotó sus dudas, planteó un ultimatum: si Luisa quería evitar que las imágenes llegaran a internet y a los familiares que tenía guardados en WhatsApp, debía agendar una entrevista entre su novio y el jefe de plaza para “resolver el asunto”.
Cárteles Unidos es uno de los seis grupos criminales de origen mexicano que ahora está clasificado por Estados Unidos como agrupación terrorista y es uno de los principales enemigos en la frontera entre Michoacán y Jalisco del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).
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Esta agrupación en el último mes ha estado en la mira de autoridades y sociedad civil por su relación con el rancho Izaguirre en Teuchitlán, donde presuntamente entrenaban para convertir a sicarios a jóvenes llevados a la fuerza o con engaños.
El hermano de Luisa cree que ese era el objetivo final de la extorsión: lograr un reclutado más para el crimen organizado, pero ahora a través de la “sextorsión”, un delito que el gobierno de México defiende en sus sitios oficiales como “la intimidación para que, a cambio de proporcionar más imágenes o videos de contenido sexual de tu persona, o la promesa de no difundirlos, conseguir algún beneficio posterior”.

Ese “beneficio” era Ulises en un encuentro que terminaría con el joven en un campo de adiestramiento.
Pero cuando Luisa se negó argumentando que su novio tenía asma desde pequeño y no podía correr ni una calle sin ahogarse, El Comandante Furia hizo otro planteamiento atroz: entonces debía “poner” a un amigo, un primo, un hermano, quien sea, para salvarse de la vergüenza pública de ver sus fotografías expuestas.
“No sé si sea generalizado, en todo el país, pero en esta zona del país están usando mucho el robo del contenido de los teléfonos. Me imagino que están buscando gente muy joven porque, si esto les pasa, como a mi hermana, no van con los papás o las autoridades ni denuncian. Les da pena e intentan resolverlo como pueden, sin avisar a nadie y se ponen en más peligro”, asegura el hermano mayor de Luisa, de 31 años, un militar retirado convertido en gerente de seguridad de una empresa privada.
Crimen organizado implementa la 'sextorsion'
En 2022, el aumento en el mundo de delitos ligados a la extorsión por internet llevó a que la Interpol iniciara una campaña titulada #ElPróximoPuedeSerUsted, que alertaba del uso cada vez más frecuente por parte del crimen organizado de la “sextorsión” y el “ransomware”.
Es decir, infectar teléfonos con virus para robar archivos o datos sensibles y luego exigir dinero a las víctimas para no revelar esas fotos, vídeos o audios, sólo si pagan un rescate.
Esos virus digitales encuentran su camino hasta los chats y álbumes de fotografía gracias a enlaces maliciosos que llegan a través de mensajes de texto, páginas web que se hacen pasar por empresas legítimas y descargan programas que roban dato personales y, en los últimos años, códigos QR colocados en la calle que anuncian falsos eventos sociales, descuentos en compras de temporada u oportunidades de empleo.
La campaña de Interpol se desató a partir de que, en mayo de ese año, se desmanteló una red transnacional dedicada a la “sextorsión” que había obtenido de sus víctimas, al menos, 47 mil dólares gracias a la creación de una aplicación móvil maliciosa para participar en “chats de desnudos”.
Quienes descargaron el programa desconocían que se les habían robado las imágenes de sus celulares y su directorio. Enseguida, los criminales chantajeaba a las víctimas amenazándolas con difundir sus vídeos íntimos entre familiares y amigos.

La red y las víctimas se encontraban en su mayoría en China, Hong Kong y Singapur, que es donde se gestó en la pandemia el crimen “pig butchering” o “masacre de cerdos”, una estafa romántica ideada por mafias asiáticas y que el CJNG perfeccionó y trajo a México.
¿Qué pasó con Luisa?
Asustada por las imágenes en poder de los extorsionadores, Luisa decidió destruir el chip de su teléfono. Jamás le pasó por la mente entregar a Ulises o a alguna otra persona, asegura su hermano, quien es el único integrante de la familia que sabe lo que ocurrió.
“Cuando me lo contó estaba muy alterada. Uno no se recupera de cosas como estas, si se hacen públicas, especialmente en un lugar como en el que vivimos, donde todos nos conocemos. Aquí todo el mundo habla de todos”, piensa el hermano mayor.
Como ex servidor público, asegura, le hubiera gustado que Luisa no hubiera destruido el chip de su celular. Ahí estaba la pista más importante para dar con los responsables, si hubieran hecho una denuncia formal.
Aunque tampoco tiene mucha esperanza en las autoridades: sabe que ese tipo de investigaciones suelen llevar a la nada, cuando se trata de crimen organizado en Michoacán. Lo único que tiene son los pantallazos de esa conversación, que compartió para que su historia se difundiera.
“Es importante que se sepa esto. Estas cosas no sólo pueden poner a más personas en riesgo de ser reclutadas, sino que las víctimas pueden incluso quitarse la vida. Lo veo con mi hermana: está muy preocupada porque no sabe si un día, estas personas cumplirán con su amenaza. Ya ni siquiera puedo regañarla, yo sólo estoy para apoyarla”, asegura.
En los próximos días, Luisa y Ulises cumplirán dos años de novios. Su festejo de aniversario ha cambiado: la fiesta que tenían planeado con sus amigos se convertirá en una cita a solas con la promesa de que nadie verá su celular durante la cena.
KGA
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